Desde siempre, el ser humano ha querido tener el máximo confort en su hogar, independientemente de si era en una cueva, en una pequeña choza o en un palacio. Una de las comodidades más buscadas era aquella que permitiese evitar pasar frío o calor y, por ello, antes de la llegada de los aparatos de aire acondicionado, se desarrollaron un gran número de sistemas de climatización.
Antiguos sistemas de aire acondicionado
Hace no demasiado tiempo, se descubrió en Siria un asentamiento de aproximadamente 6.000 años de antigüedad en el que se encontraron varias construcciones con doble pared. Se cree que esta clase de aislamiento tenía la finalidad de que por él circulase el aire para rebajar la temperatura de las viviendas, siendo una de las más antiguas referencias de la climatización de los hogares.
Se dice que los egipcios colocaban en las puertas de sus casas una especie de tapices hechos con plantas completamente humedecidas, lo que hacía que por la acción del sol se produjese vapor de agua que humidificaba la casa y permitía tener unos cuantos grados menos en el interior.
Muchos siglos más adelante, y siguiendo el mismo ejemplo que los sirios, un califa del siglo VIII fue más allá y en la doble pared de sus edificios ordenaba colocar grandes paquetes de nieve, lo que hacía que la temperatura en el interior se redujese de manera considerable.
Los trucos de la arquitectura
La arquitectura siempre ha estado muy relacionada con la climatización de las casas, desde las más pequeñas hasta las más grandes. Desde hace mucho tiempo se ha jugado con diferentes estrategias con la finalidad de promover el flujo de aire, como por ejemplo techos altos, largos pasillos, colocar la cocina en la parte trasera de la casa o incluso plantar árboles en la parte oeste de la vivienda, para que diese sombra y evitase que el calor se concentrase sobre la casa en sí.
En muchas construcciones de Oriente Medo, las ventanas se ubicaban en la dirección opuesta al viento. Los persas idearon lo que en inglés se conoce como windcatchers o captadores de viento. Los edificios más grandes contaban con unas torres que captaban el viento y lo distribuían por las diferentes estancias gracias a una serie de canalizaciones.
Desde hace siglos, la arquitectura ha pensado en este detalle de la temperatura en los hogares y los antiguos arquitectos emplazaban puertas y ventanas en los extremos opuestos de las estancias para facilitar las corrientes de aire con las que se lograba tener una mejor temperatura, especialmente en los meses de verano.
Las casas de hielo también eran otra forma de refrescar una casa durante el verano.
En las casas acaudaladas de la capital del imperio romano se construía un pozo donde las paredes se recubrían con paja o serrín y con una estructura abovedada de paredes gruesas. Este pozo se llenaba de nieve durante los meses del invierno para disfrutar de una menor temperatura durante la temporada estival. Dependiendo de la cantidad de nieve que hubiera, se podría incluso disfrutar durante todo el año de una buena temperatura, sobre todo en aquellas zonas más cálidas.
El pozo, contaba en su base con unos canales para evacuar el agua del deshielo de la nieve almacenada. Estos canales también pasaban por debajo de otras casas, haciendo que también tuviesen una buena temperatura durante casi todo el año.
Como has podido comprobar, la climatización de los hogares tal como la conocemos hoy en día ha cambiado mucho, pero la finalidad de todos estos inventos era la misma que tenemos actualmente, tener una temperatura agradable en nuestro hogar.